20080421

Carolina Errazuriz Mackena, La Carne

“LA PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS: EL CACHETAZO DEL FALLO”.



Cuando pienso en la píldora del día después y su prohibición (parcial o total) siento cómo me lleno de rabia y de indignación. Tanta, que quedo muda y sin ganas ni siquiera de entrar en ningún tipo de discusión argumentada del asunto. Me gustaría agarrar en las calles a los ilustres miembros del Tribunal Constitucional y tirarles caca o dejarlos a poto pelao en la mitad del Paseo Ahumada con sus miserables miembros en reposo… Humillarlos, enlodarlos, vomitarlos, cachetearlos, mechonearlos, escupirlos… Puros gestos míseros, porque es tanto el desprecio que no me da ni para querer golpearlos, un golpe hasta me parece más digno y eso sería mucho…Y estas mismas acciones las cometería con quienes presentaron el famoso recurso con el cual se están luciendo los ilustres y que en estos minutos se sienten salvadores de los indefensos que están por nacer. Esos que creen salvar nuestras almas y resguardar nuestros cuerpos femeninos de la píldora abortiva. De sólo imaginarlos en la mesa con sus hijos y su mujer, llenándose la boca con la cruzada que han emprendido para el bienestar y el futuro moral de Chile, me da asco. Con el capítulo TC y píldora me siento agredida, violentada, pero a la mala, como si uno fuera caminando en la calle y alguien te insulta, te pega y te mea de paso, pero no te roba. Así como Condorito: “Exijo una explicación”.
Porque de más está decir que la píldora del día después, como un método de emergencia, no es el tema. Porque entrando al área chica, cosa que importa un carajo porque aquí estamos discutiendo principios -algo que me parece que podría ser lo único realmente valioso de toda esta agresión-, la verdad es que el anticonceptivo de emergencia no tiene que ser Postinor-2 ni nada. Basta entrar a Internet para enterarse que con comprar una tira de anticonceptivos normales (sin receta y a precio módico) y tomarlo siguiendo las indicaciones para saber que la ingesta en dosis elevadas de éstos provoca el mismo efecto de la píldora del día después.
Todos los argumentos y reacciones a favor del fallo me parecen de una estupidez que bordea lo infantil. Cosas como que, por ejemplo, es abortiva (¿Y qué tiene de malo? ¿Hasta cuándo vamos seguir desconociendo que el aborto hay que legalizarlo?)... Que la legislación protege al que está por nacer y por lo tanto ese paraguas legal es amplio, de ahí el fallo… Que la reacción del “mundo progresista” ha sido intolerante y eso habla mal de los que se dicen ser tolerantes (¡Qué patudez!)… Eso por nombrar algunas sandeces. Pero los argumentos en contra del fallo (muchos de los cuales adscribo, aunque no a todos) también los escucho con una cierta indiferencia, como si nada racional me pudiera motivar demasiado en esta discusión.... No quiero irme de tesis, porque no la quiero tener o más bien no me sale, ya lo dije: todo lo que me sucede es más que nada visceral.
El fallo del TC es un cachetazo porque es la prueba de algo que uno huele en Chile, pero que se hace la loca para justamente no volverse incivil. Y es que seguimos con el pie en el grillete de los conservadores. Lo que pasa es que como es sólo un pie y a punta de patadas nos dieron muchos metros de cadena, pareciera que nos soltaron, pero la verdad es que seguimos siendo parte de los perros del fundo. Y lo que es peor: nos gustan esos dominios, nos gusta la comida, las caricias del amo, ir y traer el hueso que nos tira, el sillón de felpa del abuelo ilustre, ver cómo los jóvenes de clase con su verga dura y a medio vestir se violan a la hija de la nana, nos gustan los huachos y toda esa historia de mierda que nos condena… Lamer la mano que da de comer nos da placer. Las mordidas son inocuas, apenas bocados que el mismo amo provoca para ejercitarnos como buenos canes y no para que le saquemos la mano de cuajo. Pese a que nuestra nariz está a la altura de sus cojones, nunca tenemos el valor de arrancarlos de un mordisco y tragarlos.

No hay comentarios: